viernes, 28 de junio de 2013

De Navas y su melancolía



Hoy me apetece hablar de otros demonios y me toca hablar de Navas. Navas es un futbolista que juega en el Sevilla aunque se va al Manchester City, es larguirucho, técnico,  rápido como una centella, y ayer marcó el penalti decisivo que manda a la selección de España hasta la final de la copa confederaciones en Brasil.  Hasta el momento todo parece normal ¿no? Otra historia de esos chavales afortunados que gracias a un talento natural, entrenamiento y la pizca de suerte necesaria para aliñar los anteriores ingredientes trabajan en uno de los oficios mejor remunerados del mundo, pero creo que la historia de Navas es diferente.

Navas, sufría ataques de ansiedad cuando arrancó su carrera, no podía pasar períodos largos lejos de su casa y en las concentraciones con el Sevilla se venía abajo. Le desbordaba todo aquello que rodea a este deporte y que poco tiene que ver con pasar, regatear, chutar y defender con un balón en los pies, Navas sólo sabía jugar a futbol.

Ayer a ese chaval de naturaleza melancólica le tocó tirar el penalti decisivo, y lo hizo con autoridad, dejando el peso del mundo a un lado, al palo derecho y con precisión. Yo me alegré mucho, de verdad que sí. Levanté mi jarra de cerveza pensando en Navas y en el camino que había recorrido desde aquellas concentraciones en las que la ansiedad le bloqueaba los sentidos hasta este penalti, y sentí esa fuerza que llevamos dentro  que nos permite afrontar lo inafrontable, encontrar nuevos caminos y recuperar la alegría de vivir.