Nunca
me he sacado aquella imagen de la cabeza y todavía cuando la recuerdo no puedo
evitar sonreír. Apareció en un periódico hace años, durante uno de los últimos amagos de conflicto en el Líbano,
donde después de varios días de bombardeos, tiroteos y demás asuntos aconteció
una especie de alto el fuego de dudosa duración…
La
imagen, tal y como yo la recuerdo, mostraba a marines americanos desembarcando
en una playa de Beirut armados y pertrechados con todo su equipo “high tech”
mientras unas jóvenes libanesas en bikini, con las típicas gafas de sol “Dolce Gabana”, les miraban divertidas
tumbadas en su toalla. Curioso contraste aquel, sin duda, el día anterior su hogar
en zona de conflicto bélico, horas después tras mandarse unos sms (por aquel
entonces no existía el wassap) bronceándose en la playa para ponerse guapas,
ajenas a todo, pensando en fiestas erasmus, chicos y vestidos de noche. Mientras
sesudos tertulianos se llevaban las manos a la cabeza indignados ante el dolor de
la guerra, gracias a Alá, alguien decidió ir a la playa a broncearse…
Quizá la frivolidad no sea tan mala, quizá
tenga su espacio y su función, en este caso provocó el impulso que alejó a
estas jóvenes libanesas del miedo y la oscuridad de la guerra. Sinceramente no
se me ocurre nada menos apetecible que un mundo plagado de expertos y
pensadores varios convencidos de sus verdades siempre solemnes. Yo no sé cual
es el equilibrio ideal para este aliño ¿cinco documentales de la dos por un
partido de futbol? ¿Tres pelis de cine iraní por medio programa de “La Voz”? (para Sálvame, hay que
leerse la enciclopedia Salvat). Yo sólo espero que Tele 5 no se aproveche de
esta reflexión para legitimar su horrible
programación aunque ahora que lo pienso seguro que me ayudaba a conseguir algún
seguidor en Twiter, contando a mis amigos, tengo 35.
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