jueves, 6 de marzo de 2014

Elogio de la frivolidad



Nunca me he sacado aquella imagen de la cabeza y todavía cuando la recuerdo no puedo evitar sonreír. Apareció en un periódico hace años, durante  uno de los últimos amagos de conflicto en el Líbano, donde después de varios días de bombardeos, tiroteos y demás asuntos aconteció una especie de alto el fuego de dudosa duración… 

La imagen, tal y como yo la recuerdo, mostraba a marines americanos desembarcando en una playa de Beirut armados y pertrechados con todo su equipo “high tech” mientras unas jóvenes libanesas en bikini, con las típicas gafas de sol “Dolce Gabana”, les miraban divertidas tumbadas en su toalla. Curioso contraste aquel, sin duda, el día anterior su hogar en zona de conflicto bélico, horas después tras mandarse unos sms (por aquel entonces no existía el wassap) bronceándose en la playa para ponerse guapas, ajenas a todo, pensando en fiestas erasmus, chicos y vestidos de noche. Mientras sesudos tertulianos se llevaban las manos a la cabeza indignados ante el dolor de la guerra, gracias a Alá, alguien decidió ir a la playa a broncearse…

Quizá la frivolidad no sea tan mala, quizá tenga su espacio y su función, en este caso provocó el impulso que alejó a estas jóvenes libanesas del miedo y la oscuridad de la guerra. Sinceramente no se me ocurre nada menos apetecible que un mundo plagado de expertos y pensadores varios convencidos de sus verdades siempre solemnes. Yo no sé cual es el equilibrio ideal para este aliño ¿cinco documentales de la dos por un partido de futbol? ¿Tres pelis de cine iraní por medio programa de “La Voz”? (para Sálvame, hay que leerse la enciclopedia Salvat). Yo sólo espero que Tele 5 no se aproveche de esta reflexión para legitimar su  horrible programación aunque ahora que lo pienso seguro que me ayudaba a conseguir algún seguidor en Twiter, contando a mis amigos, tengo 35.

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